Incendio - Guido Messina - Edición Impresa
Autor: Guido Messina
Ilustraciones: Paula Marasco
Género: Poesía Argentina
Formato: Papel
Cantidad de páginas: 192
Acabado portada: Brillante
Editorial: Ediciones El Escriba
Año Edición: Primera Edición - 2023
Idioma: Español
Peso: 290 gramos
Dimensiones: 15 x 23 cm
Encuadernación: Binder
ISBN 978-987-605-844-5
Comentarios sobre la obra
—Bueno. Llegamos —exclama mi amigo, parándose en seco frente a un portón de chapa verde.
—Ajá —respondo. Me quedo en silencio—. ¿Dónde llegamos?
—Eh, es largo de explicar —respondió. Respiró profundo—. Desde que estás sacando libros que quiero traerte acá.
Miré el portón como él. Mi amigo se acercó con cierta nostalgia y forzó el pasador oxidado para abrir una puerta pequeña que daba paso hacia el interior del recinto.
Una brisa de ceniza y clorofila se nos vino a los ojos. Tosí. Mi amigo estaba preparado y no tosió. Es como cuando uno mira de frente a la fuente de sonido de un ruido muy fuerte: algo en la mente se prepara para el estruendo, e inevitablemente, esa preparación reduce significativamente el riesgo de susto.
Mi amigo recorrió despacio el lugar, sorteando estructuras un tanto dañadas. Una soga de luz solar caía con sutileza sobre la escena gris y verde, dando lugar a imaginar que algo, alguna vez, allí existió distinto.
—¿Dónde estamos? —pregunté. Mi amigo me miró.
—Este fue mi invernadero personal. Yo entiendo que tu concepción de invernadero no era literal: pero este sí. Este fue mi invernadero. Este fue mi insectario. Acá convivieron las plantas y los insectos. Acá cuidé. Cuidé a más no poder. Cuidé con toda mi alma. —Se quedó mirando un punto fijo a una mesada que parecía ser una barra de bar.
—¿Y? —pregunté, sin querer sonar insensible.
Negó con la cabeza en señal desaprobatoria.
—Es que… a veces el detalle que se pasa por alto es en el que empieza el desastre, ¿viste? —respondió—. Una noche de tormenta intensa no me di cuenta y dejé las luces prendidas, y me fui a mi casa. Cuando volví. Todo era ceniza. Todo lo que alguna vez cuidé se volvió pequeño, gris e inhabitable. Todo ardió la noche en que la misma tormenta que inició el cortocircuito, apagó la llamarada. Todo pasó cuando nadie estaba acá pero no por eso dejó de suceder. Ardió. Se quemó —respondió.
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